
Solo hemos necesitado dos últimos días de la semana para disfrutar de la primera victoria de Lewis Hamilton vestido de rojo. Un triunfo ferrarista que ilusiona a Maranello y a los tifosi, por más que su triunfo al sprint no cuente para las cifras oficiales de la Fórmula 1. El heptacampeón de todo el mundo recobra el romanticismo perdido una semana atrás en el GP de Australia y se convierte en el vencedor del sábado. Para hablar de perdedores, hay que pasarse al color papaya.