
Nada deleita más a Luis Enrique, esencia troncal de su carácter, que probar que siempre tuvo razón mientras que la platea le abucheaba en sus instantes de mayor debilidad. Los triunfos justifican su puesto , pero la autorreivindicación es la proteína de su dieta escencial. Le mataron en el momento en que despreció el adiós de Mbappé, en el momento en que castigó a su heredero Dembélé, en el momento en que relegó y después enseñó la puerta a Kolo Muani. Hoy , todos esos capítulos anticlimáticos convergen para localizar su sentido en el relato que ha ido dibujando el asturiano en el Parque de los Príncipes a lo largo de los 2 últimos años. Por el hecho de que hoy , el PSG es finalista de la Champions 2025.