
Ni el estreno ni la presión de la grada local hicieron mella en un Jannik Sinner que levanta el dedo para corroborar que quiere este título de maestro sí o sí después de ser finalista el año pasado. Con un recital de contundencia, inabordable desde el fondo y también irrevocable en sus ataques, anuló a Alex de Miñaur sin compasión.