
Alexander Sorloth apuntó un 4 con su mano derecha para festejar su cuarto gol, el cuarto del Atlético. El cuarto de un partido en el que daba la sensación de que sólo jugaba él. Cada pelota lo buscaba y él siempre y en todo momento procuraba la red. De esta forma sucedió en cuatro oportunidades. A los once minutos ya había marcado tres para hallar el triplete mucho más tempranero de la narración de la Liga. A la media hora ya había sumado otro mucho más , el cuarto. Solo le hacía falta el pulgar para completar la manita.